Cuando escuchamos “vacaciones”, solemos pensar en maletas, fotos y lugares bonitos. Pero más allá del descanso aparente, viajar en familia es una oportunidad poderosa para fortalecer vínculos, renovar energías y sanar aspectos del cuerpo, la mente y el espíritu.
No se trata de lujos ni de grandes destinos: incluso un cambio de rutina y entorno puede marcar una diferencia profunda en nuestro bienestar.