A lo largo de la vida, el cuerpo de la mujer atraviesa distintas etapas marcadas por cambios hormonales, físicos y emocionales. Desde la adolescencia y la llegada de la menstruación, pasando por los años fértiles, el embarazo (en algunos casos), y más adelante, la transición hacia la menopausia, cada fase trae consigo desafíos únicos.
Sin embargo, entre la etapa fértil y la menopausia, hay una transición poco hablada, pero profundamente significativa: la perimenopausia.
Y muchas mujeres no saben que ya están en ella.
La perimenopausia es el período previo a la menopausia, y puede comenzar incluso desde los 35 años, aunque suele notarse con más fuerza después de los 40. Durante esta etapa, los niveles hormonales (especialmente el estrógeno y la progesterona) comienzan a fluctuar, afectando múltiples áreas del cuerpo y la mente.
Lo complejo es que muchas mujeres no reconocen que sus síntomas están relacionados con esta transición, y pasan años buscando respuestas sin encontrar alivio.
Aquí algunos síntomas comunes de la perimenopausia:
Cambios en el ciclo menstrual (más corto, más largo, más abundante o irregular)
Insomnio o dificultad para mantener el sueño
Ansiedad o tristeza sin causa aparente
Fogajes (bochornos) y sudores nocturnos
Pérdida de masa muscular y aumento de grasa abdominal
Disminución del deseo sexual
Fatiga constante
Cambios en la piel y el cabello
Niebla mental o dificultad para concentrarse
Cambios de humor repentinos
Es una etapa natural, pero no por eso debe vivirse en silencio o sin apoyo.
Hoy más que nunca, hay recursos, tratamientos y acompañamiento que pueden marcar la diferencia entre vivir con incomodidad o con bienestar.
Entre los aliados principales para esta etapa están:
Ejercicio de fuerza: como pesas, al menos 3 veces por semana, para conservar masa muscular y salud ósea.
Alimentación balanceada y rica en antioxidantes.
Salud emocional: terapia, autocuidado y espacios seguros para expresar lo que estás viviendo.
Suplementos comunes (previa evaluación médica):
Magnesio
Omega 3
Vitaminas del complejo B
Vitamina D
Ashwagandha (adaptógeno natural que ayuda al manejo del estrés)
Todo esto, acompañado del seguimiento médico adecuado.